Cultura Ciudadana Desarrollo y Cultura Cívica
Por Santiago Silva Jaramillo
La cultura ciudadana nos permite abordar muchos problemas sociales urgentes, desde la violencia intrafamiliar, hasta la accidentalidad vial, pasando por la celebración de la diversidad, la reproducción de confianza, la prevención del delito, la correcta disposición de residuos y el reciclaje, entre muchos otros. En términos generales, el enfoque de cultura ciudadana busca alinear los comportamientos y valoraciones de las personas con las normas legales y los comportamientos socialmente convenientes. Es decir, utiliza el arte, la comunicación y la pedagogía para que las personas vivan mejor.
El sociólogo Bernardo Kliksberg planteó hace años la relación existente entre ciertos elementos de la cultura cívica y el desarrollo. Así, las sociedades con altos niveles de confianza, disposición a la cooperación, solidaridad y cumplimiento de las normas, parecen ser más efectivas a la hora de abordar problemas como la inseguridad, la desigualdad, la pobreza e incluso, las imperfecciones de su democracia. El enfoque de cultura ciudadana permite trabajar sobre esa cultura cívica que resaltaba Kliksberg y por eso no hay que verla solo como un medio para resolver problemas de convivencia, sino como una aproximación de gobierno y política pública para el desarrollo.
Para demostrar su importancia nos basta ver su papel durante esta coyuntura de la pandemia del COVID-19. Nuestros retos y fortalezas en cultura ciudadana se han expresado en la disposición de las personas a seguir las medidas de prevención, como el uso de tapabocas y el lavado de manos, o las normas de cuarentena y distanciamiento físico. Pero también, porque la cultura ciudadana no es solo cumplir normas estatales, hemos visto las expresiones masivas de solidaridad de las personas y de cuidado mutuo con donaciones y voluntariado por montones. Ayudar a otros es uno de los elementos fundamentales de la cultura cívica de una sociedad.
Hay además evidencia reciente sobre la relación entre estos elementos y un mejor desempeño en el acatamiento de las medidas de cuidado por la pandemia. Un reciente artículo de investigación publicado en Plos One encontró una relación positiva entre la prosocialidad y la cultura cívica de los japoneses y su disposición a seguir las normas de distanciamiento físico, uso de tapabocas y lavado de manos.
Así, trabajar e invertir en cultura ciudadana resulta necesario por problemas estructurales, como el desarrollo, el cumplimiento de normas o la convivencia, y urgente, por problemas coyunturales, como el COVID-19.
Una ciudad no son sus parques, avenidas y edificios, sino sus habitantes; y la manera como se relacionan entre ellos, sus valoraciones sobre lo que es importante, las expresiones de respeto y confianza cotidianas, su compromiso por ayudarse mutuamente, por alcanzar logros comunes, en suma, su cultura cívica, todo esto le da vida a una ciudad y todo hace parte de lo que es y por lo que se preocupa el trabajo en cultura ciudadana. Por lograr, como señalaba la premio Nobel de economía Elinor Ostrom hace varios años, “sacar a relucir lo mejor de las personas” por medio de la acción pública y la cooperación ciudadana.

Santiago Silva Jaramillo es politólogo, especialista en estudios políticos y magíster en gobierno y políticas públicas, profesor en el Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT. Subsecretario de Ciudadanía Cultural de Medellín entre los años 2015-2019. Twitter: @Santiagosilvaj
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